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Sergei

091 - La vida que mala es

Veías la vida como una carrera
y no naciste para ganar
por más que corrías no viste la meta
busca un hombro en el que llorar

Mi amigo dice que la vida es dura
siempre luchando y luego pa´ na
también me dice que no tiene cura
lo que el vino no puede curar.

Ehh, la vida, ehh que mala es (bis)

Las flores siguen perfumando el aire
los perros no han dejado de ladrar
nosotros en cambio esperamos en balde
que en vez de fuego llueva maná.

Por más señales que halla en los caminos
por más estrellas que podamos seguir
iremos andando hacia ningún sitio
soñaremos que andamos sin movernos de aquí

ehh, la vida, ehh que mala es

la vida, la vida, la vida es
que mala, que mala, que mala es (bis)

Dios aprieta pero no ahoga
se que esa es la verdad
nos pone suave el nudo en la soga
nos dejan abierta la puerta de atrás


Me lo dijo la mujer del dueño
donde iba a trabajar
tú como tu padre nunca fuiste bueno,
mal trigo, mala harina,
mala harina, mal pan

ehh, la vida...
la vida, la vida la vida es...
Qué mala es, que mala es...

Venganza

 

Mientras se ponía de rodillas, pensó en el primer momento en el que sintió que ella ya no era la misma.

Hacían una parada en el camino, para estirar las piernas y ver las vistas desde el mirador. Bajaron por las rocas para ver el río más de cerca, y él la sujetaba como hacía siempre, sabedor del miedo a las alturas que tenía Eva desde que ella intentase suicidarse tirándose por el balcón cuando tenía 20 años. Ella siempre le pedía que la sujetase en esas situaciones, porque le daba miedo volver a tener ganas de volar. Javi sintió como su cara tomaba un rictus estúpido cuando ella se zafó violentamente de su abrazo, le dijo que dejase de agarrarla, que no era tan torpe como para caerse.

Ya agachado, comprobó la pata de la silla. Estaba astillada, pero era lo suficientemente robusta como para aguantar aún muchos años de uso.

Luego vinieron muchos momentos parecidos. Ella pasó de pedirle que leyese en voz alta uno de los cuentos de Cortázar que tanto le gustaban a quejarse de lo rápido que leía. Recordó cuando Eva quería estar siempre en el mismo cuarto, uno en cada mesa con sus cosas, cambiando una mirada cómplice que decía todo lo que necesitaban oir. Sin embargo no se acordaba en que momento cambió esas miradas por unos cuantos gritos quejándose de tenerle siempre al lado en aquel apartamento de 40 metros cuadrados. Ni cuando se pasó de que cualquier estupidez diese conversación para un rato eterno a que intentar tener un diálogo chocase contra su indeferencia.

Se subió a la silla y comenzó a revisar todos los puntos que la sujetaban al techo. Algunos estaban ya flojos desde hacía tiempo, pero no los haía revisado por pura desgana. La llave inglesa le pesaba tanto como cuando de pequeño abría la caja de herramientas de su padre para curiosear en ella. Desde que no vivía con Eva había perdido mucho peso, y con él buena parte de su ya de por sí escasa fuerza.

Estaba seguro de que ella era consciente de todo el daño que le hacía. Cualquier insulto que le lanzase, cualquier comentario o gesto despectivo, iba minuciosamente dirigido al sitio donde podía hacer más daño, no podía ser casualidad. Ahora le tocaba a él hacerle daño a ella. Devolvérsela todas juntas, y hacerle una herida que no le cicatrizase jamás.

Dio un pequeño tirón con el brazo, y comprobó que la lámpara resistía sin problema el esfuerzo. Se bajó de la silla, y dejó las herramientas sobre la misma mesa donde estaba la soga. Volvió a subirse a ella, y pensando en como Eva iba a sentirse culpable toda su vida ató la cuerda a la lámpara.

Eva no tenía muchos amigos comunes con Javi, al que hacía ya varios meses que no veía. Tardó tres semanas en enterarse de que había muerto. Y otras tres en olvidarlo.

 

Post by Sergei

La sangre es... vida?



Hoy me recordaba una chica algo que tenía olvidado.
"¿No crees que la sangre tiene sabor metálico?". Y es cierto, lo tiene.

Lo cual es muy irónico si lo piensas. Un símbolo de vida, que sabe justo a algo que representa normalmente lo inerte y lo artificial. ¿Será que en el fondo somos tan artificiales como una máquina? ¿O que estamos tan muertos que ya desde dentro sabemos igual que si lamiésemos una barra de hierro?

Por si acaso me tomaré un buen bloody mary, que parece sangre pero no sabe a herrumbre y muerte.

Por: Sergei - Foto: Santa Sangre

El Muerto Viviente

El Muerto Viviente No es tristeza, esta vez no. Otras veces he estado triste.
Apagado. Pero uno siempre pensaba en que podía ocurrir algo
que le hiciese cambiar. Y deseaba que ocurriese. Ahora no
solo no tengo esperanza, sino que me da igual no tenerla.
Esta vez perdí algo más que la sonrisa, y lo peor de todo
es que no sé como recuperar lo que ya no tengo. Si es que
puede recuperarse. Si es que me importa recuperarlo.

Antes pensaba que uno podía sentirse tan mal que querría
morirse. Ahora comprendo que es aún peor sentirse tan mal
que ni siquiera importe estar vivo o no.

Así se siente uno cuando está muerto. Porque tras la muerte
física todos sabemos en el fondo que no se siente nada. Solo
así, muertos en vida, podemos asomarnos a ese vacío.

El secreto del sentido de la vida debería estar siempre
guardado. Porque si lo descubres corres el riesgo de darte
cuenta de que tu vida ya no tiene sentido. O sea, te puedes
dar cuenta de que estás muerto, asistiendo a tu vida como
un espectador observando los movimientos de un cuerpo inerte,
un muerto viviente.

Y, como en la película, hay que dispararle en la cabeza
para acabar con él. Porque el corazón ya hace tiempo que no
bombea ni una gota de esperanza a sus venas.

Texto: Sergei, Fotografía: La Noche de los Muertos Vivientes

Post by Andrew